ANTONIO T. PINEDA ANTONIO T. PINEDA 07/05/2004
Una manifestación más de las costumbres y tradiciones andaluzas es la manera tan especial y singular de domar los caballos y montarlos; es lo que se denomina doma andaluza o, desde 1978, doma vaquera. Esta manera única en el mundo de montar caballos de tamaño mediano, pegados a tierra pero con buenos riñones y extremidades ágiles, la jaca en la mano del jinete y siempre reunida, alerta a la más leve ayuda del vaquero para ejecutar el movimiento que se le pide sin protestar, con sumisión y equilibrio, es la pervivencia de una forma peculiar de montar, la jineta.
La monta a la jineta era la que efectuaban los jinetes íberos por esta zona del Guadalquivir y por los cartagineses, sobre sus pequeños pero briosos caballos bereberes que fueron conformando al caballo andaluz, acostumbrados a luchar contra el enemigo arreando, templando, parando y dando media vuelta para que los persiguieran y de nuevo, cuando los jinetes contrarios estaban confiados, volver a templar, girar, arrear y atacar por sorpresa. La diferencia de este tipo de monta con respecto a la equitación a la brida que desembocaría en la equitación clásica, estriba tanto en la silla --siendo la montura de la jineta similar a las árabes y a las vaqueras-- llevando las piernas recogidas, como en los estribos, siendo estos en la jineta de amplia base y parecidos a los que utiliza el vaquero. Así montaban también los vaqueros del Bajo Guadalquivir y los que por las cañadas reales transportaban manadas de toros bravos de un lugar a otro de nuestra tierra para alimentarlos con nuevos pastos. Así montaban los garrochistas que por los caminos de herradura llevaban las reses hacia las ciudades donde se celebraban fiestas de toros. Así montan actualmente los vaqueros que trabajan con el ganado, vigilando las reses, trasladándolas, tenteando a los becerros para comprobar su bravura acosándolos y derribándolos. Vaqueros que trabajan montados gran número de horas encima de las jacas, sobre monturas que son sillones para ir más cómodos, aunque no estén perfectamente adaptadas a los caballos, y siempre atentos y alerta, al igual que la jaca. Para ello se necesitan caballos de mediana alzada (aunque hoy se están introduciendo caballos centroeuropeos de gran altura, buscando la potencia de sus posteriores), rápidos y ágiles, nobles y potentes, capaces de reaccionar prestos a las ayudas del jinetes, sin descomponerse, siempre reunidos, y con la suficiente fuerza e impulsión para rodearse y seguir galopando y arreando. Este caballo, más bien jaca, tan completo, con tal grado de docilidad, fuerza, rapidez, valentía y genio ha sido un animal que nunca ha presumido de pureza de sangre ni de raza pero que le ha dado a la doma vaquera el sello de la belleza y sobriedad característicos de estos trabajos; es el llamado caballo cruzado.
Y así montan los jinetes que conservan esta tradición de trabajo en el campo y que compiten en el cuadrilongo ante un becerro bravo ficticio sobre una jaca perfectamente domada y sometida. Son los jinetes de doma vaquera, los mantenedores de esta costumbre que aún hoy son capaces de trabajar en el campo con las vacas y toros bravos en el acoso y derribo sobre los mismos caballos que presentan a los concursos.
REGLAS Estos jinetes o vaqueros compiten con una reglas, más que reglamento, conocidas por la transmisión oral, que ha pasado de padres a hijos, y que conservan tanto el vestido del vaquero, como el atalaje de la jaca y los movimientos del cuadrúpedo en el campo, esfuerzo que gracias a los ponentes de la Comisión de Doma Vaquera que plasmaron dentro de la Federación Hípica Española el receptivo y actualizado Reglamento de Doma Vaquera. Este reglamento tiene unos altísimos niveles de exigencia tanto en la presencia de jinete y jaca como de ropa y atalaje, así como los movimientos que se realizan en la pista de concurso por parte de los équidos, no permitiéndose la contaminación por ejercicios provinientes de otras domas o de vestimentas que no casan con la tradición campera.
LOS MOVIMIENTOS Los movimientos que se realizan en el cuadrilongo han de hacerse a las dos manos, es decir, han de comenzarse con la mano derecha, la mano vaquera por excelencia pues hace años las jacas estaban domadas para trabajar con esta mano para realizar sus labores en el campo con los bravos, y a la izquierda. Además, el caballo hará los ejercicios en dos aires naturales para el cuadrúpedo, el paso y el galope, los dos necesarios para facilitar el trabajo campero ante las reses, aunque hay que recordar que en caballos de hasta cinco años la hoja de ejercicio a que los realice a los tres aires, paso, trote y galope.
Llevar el caballo con sólo dos riendas es otra de las características de la doma vaquera y tiene un hondo significado pues es señal de que la jaca está perfectamente domada y con sólo ligeros movimientos del bocado, el animal reacciona presto a la orden exigida. En los movimientos vaqueros puros los caballos muestran una disciplina que para algunos amantes de la equitación anglosajones raya en lo inhumano .
El paso corto, o el castellano de trabajo, pausado, perfectamente descrito; o las medias vueltas al paso, con cadencia, recogiendo el jinete la jaca, haciéndola girar y cayendo sobre las manos a la vez, pero nuevamente alerta el caballo para continuar su labor; o el galope corto, atento a la res, o el largo; o en círculo vigilante; o galopar, recoger y girar sobre los posteriores rápidamente y salir nuevamente galopando; o arrear, templar, doblar y arrear nuevamente y parar en raya; o salir con arremetida, parar y paso atrás, para volver a salir en arremetida a la otra mano, parar y paso atrás y salir al paso tranquilamente, sin descomponerse la jaca, en la mano del jinete, plasmando este último movimiento toda la belleza de la doma vaquera y demostrando el vaquero que toda la briega mantenida con el equino durante varios años, que todos los movimientos que acaba de realizar en pista, demuestran, con la culminación de este complicado ejercicio, que el caballo está perfectamente domado y sometido y que el jinete ha sabido obtener y dominar toda la impulsión y potencia del caballo.
Así es la doma vaquera, seria, especial, exigente, plástica y tan atractiva que los italianos y franceses la están haciendo suya también.