Yo también soy un apasionado de la doma vaquera, soy jinete de a diario, de defender lo andaluz poer encima de todo, y, como soy así, lo defiendo con argumentos. Y lo digo de forma vehemente, exponiendo mis ideas, sin radicalismos, con coherencia y argumentando mi cinvencimiento. Y aquí se está desprestigiando mi doma, porque se le está quitando la esencia que tiene. Isrrael no defiende la doma vaquera, la denosta sin quererlo y, lo que es aún peor, sin saberlo. La doma vaquera no es de generación espontánea. Si así lo fuera no tendría la técnica que tiene hoy día. La doma vaquera tiene unos orígenes antiquísimos y están muy enraizados en la cultura andaluza. Cultura, por tora parte, aglutinadora de todo lo que llega a sus confines, y, debido a ello, una de las más ricas dle mundo. Y nuestra doma vaquera bebe de eso. No hablo de la doma vaquera de reglamebnto, que tan mal confunde Isrrael cuando defiende las maneras acudiendo a un documento que elaboraron unos pocos para regir una competición. Hablo de la doma vaquera de verdad, del campo, ese campo donde las correas blancas no se usan porque son malas, y si se hicieron en su orígen, fue como remiendo porque el vaquero no tenía dinero para unas correillas buenas (pueden preguntar a un maestro guarnicionero que tenemos por aquí la procedencia y el buen uso de las correas blancas). Pero Isrrael no se preocupa por su cultura. La defiende sin conocerla, si saber de donde proviene y, lo más sangrante, sin importarle. Es triste que alguien que dice defender la doma vaquera tire a la basura el inicio de la misma, una época de más de mil años practicando una forma de montar que debe enorgullecer al andaluz, porque se formó como toda su cultura, a base de influencias externas que fraguaron lo que ya había aquí para mejorar más si aún cabe el producto autoctono. Tenemos, para mi, la mejor doma del mundo, la más bonita, la más difícil, y esta no puede nacer de una abuelo de un abuelo que un día se levantó por al mañana y dijo: ¡voy a montar a la vaquera! y asi queda inventada. Mi doma vaquera, la de verdad, la del campo bravo, nació en el campo de batallla, la usaron los árabes, la usaron los caballeros españoes, la usaron en las Maestranzas de Caballería y la usaron los abndoleros. Cuando se decidió criar ganado bravo como forma de ganarse la vida, se necesitó de caballos domados, y resulta que la doma que valía era la nuestra, que se expandió a zonas de campo bravo, quedándose éste como su único uso. Esa es la doma vaquera, esa es nuestra doma, no la que pone en un reglamento donde varios personajes ilustres llegaron a un acuerdo para plasmar unas normas para organizar esa doma en una competición y así poder encerrarla en un cuadrilongo. Esa es la diferencia entre la doma de verdad y la de competición, que una es libre y la otra está encerrada. Pueden coexistir, pero cson distintas. Y quien ignora y presume de ignorar el orígen, denuestra su ignorancia de la actualidad. Allá cada uno con lo que poense, yo mientras tanto seguiré formándome, con libros, con vídeos, con clases, con caballos y con horas en la montura. Y cuando defiendo la doma vaquera, lo hago con concimientos, para que nadie pueda nunca echarme a la cara que defiendo una mentira que no existe. Porque defiendo la única doma de verdad que conozco hoy en día. Y es una doma milenaria, no centenaria como algunos sectores rancios se empeñan en afirmar.
Y como colofón se puede echar un vistazo a este vídeo de la REEAE:
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