Muy buenas a todos!
Antes que nada deseo expresaros:
- Gracias a Ecijano por plantear un tema tan interesante con éste.
- Reconocer su humildad y valor por exponerse a las críticas y así perfeccionarse y a la vez enseñarnos a todos
- Que me encanta leeros pero que mis conocimientos exiguos sobre el tema no me permiten realizar gran aportación al tema, no me atrevería ...
- Que ni en sueños pondría un video mío montando,jeje, mi insignificante autoestima no lo soportaría, de ninguna manera, porque además no tengo técnica ninguna, dicha sea la verdad, soy algo así como una salvaje a caballo ..., y soy durilla de aprender porque me rebelo a los que han intentado enseñarme
(que han sido muy pero muy pocos) ...
- Que el sitio que mejor me sienta es "detrás de la cámara", eso sí que lo hago bien!
Me ha resultado de gran provecho la aportación de todos, aún las disidencias, ya que las cosas no son siempre blanco o negro y que de todo y todos se aprende.
Ahora bien, más allá de la "técnica" y la "presición" en los ejercicios hay algo de lo que casi nunca se habla y considero que es muy importante en D.V., al menos en lo que llevo viendo durante estos años. Me ha sucedido ver jinetes impecables, realizando trabajos cuasi-perfectos, pero ... a algunos de ellos les falta corazón.
A ver si me explico. Una cosa es el trabajo en pista, fundamental, pero el otro es el trabajo mismo de la D.V. (Perdón, pero es que muchas veces no sé muy bien cómo expresarme en éstos temas). Me refiero a que los ejercicios y la técnica, todo eso está muy bien, pero ¿qué sucede con el espíritu? Personalmente, y desde mi humilde ubicación en éste mundo al cual ni siquiera realmente pertenezco, lamentablemente, existe algo más. Ese algo más creo que solamente puede verse en el campo, aunque algunas lo he visto también en la pista, es como un fuego, como una armonía, flexibilidad, compenetración, inspiración, es un PUNTO determinado en el que jinete y caballo se comprenden de una manera muy particular y logran actuar como si de un solo individuo se tratara, el jinete no mira al suelo, ni lo que hace el caballo, ni las riendas, ni nada, va a lo que va, a su trabajo, pero no está pendiente de nada de eso porque lo lleva incorporado, como uno no le pide a una pierna que mueva la otra, no sé si soy clara...
A veces no importa si está todo tan bien hecho, he ido a campeonatos que me han llevado a los bostezos más profundos ... y he visto gente trabajar en el campo que me ha hecho estremecer el corazón. Si yo tuviera tiempo y demás para realizar ésta práctica creo que no estaría tan pendiente de algunos detalles como de lo que planteo. Por ejemplo, que si vas a galope por el campo y te encuentras con un obstáculo harás un parón (¿?) y no tienes tiempo de meditarlo, simplemente lo haces porque es lo que se debe hacer y si ello se realiza en compenetración con el caballo sea como sea será más que perfecto, o una media pirueta, o lo que sea ...
Cuestión, que considero que la técnica de la doma es fundamental y más, pero que no termina allí, que una vez que se sabe hacer todo y el caballo está más que domado para todo, esa comunión debe reafirmarse para crear la "soltura" y el arte que ha dado comienzo a esta disciplina.
Tonterías de disquisiciones aparte. Gracias por compartir vuestros conocimientos y experiencias.