Para los que os guste leer:
El caballo tiene 16 años, es de raza lusitana, de capa negra. Cuatralbo, con una estrella de cordón corrido en la frente. De grupa y dorso fuertes, cuello desarrollado y cabeza acarnerada. Procede de Veiga y tiene el hierro de Joâo Batista. Es nieto de "Firme", hijo de "Nilo" y sobrino de "Opus" y "Neptuno". Hace doce años, su propietario, el caballero don Pablo Hermoso de Mendoza Cantón lo compró por 400.000 escudos en la feria portuguesa de Golega. Venía enfermo. Padecía unas úlceras creadas por las larvas de un parásito sobre los cascos que le hacían sangrar. Su dueño lo llevó a sus tierras navarras. Lo curó. Lo domó para el último tercio de la lidia y luego para las banderillas. Y el que venía de caballos toreros, figura se hizo.
Estoy hablando de "Cagancho", el más legendario de los caballos toreros, continuador de la estirpe de la "Espléndida" de don Alvaro Domecq o "Cabriola" de Angel Peralta. "Cagancho" ha estado doce temporadas en activo. Ha participado en más de 300 corridas y toreado más de 400 toros. Ha hecho más de 600.000 kilómetros por las carreteras de España, de Portugal y de Francia. Ha cruzado cinco veces el Atlántico para torear en México, donde ha llegado a ser más famoso que los caballos de Pancho Villa y de Emiliano Zapata juntos. Sufrió seis cornadas. Cornadas de caballo en un cuerpo que era de torero. Su valor convertía su responsable miedo en un calor que enloquecía a los públicos. Ante el toro, haciendo honor a su nombre, tenía arte, duende y desgarro de toreo gitano. Pureza en cite, embroque, temple, ligazón y remate. Una revolución que cambió la concepción del toreo a caballo. Lo montaba Hermoso de Mendoza, pero la gente salía de la plaza convencida de que quien toreara era "Cagancho" por su propia cuenta y pundonor, cuando pasaba entre las tablas y los cuernos del toro, en un ¡ay! del tendido. Cuando encelaba al toro de costado, como un torero que, como decía el poeta Rafael de León, le enseña al toro la femoral. "Cagancho", como figura que era, sabedor del puesto que ocupaba en el escalafón, responsable, no se dejó ir un toro, fuera malo o bueno, sirviese o no. A todos les hacía faena. "Cagancho" cortó un rabo en la plaza de Sevilla y abrió todas las puertas grandes del mundo.