Así es exactamante, Mónica. Se trata, como bien sabes, de una cuestión de pura sensibilidad. Si me bate el corazón, por mucho que yo lo disimule, él lo nota. Ahora controlo más,porque confío también yo más en él. Es un gran tipo, sólo que no ha tenido un buen bagagge de entrenamiento: bueno técnicamente, pero carente de sensibilidad y afecto. Un caballo bonito que hay que vender haciendo todas las poses posibles. Al principio, algo que me dejo fría, él creia ver señales en todo lo que hacía. Un día, subiéndome, supongo que toqué el botón que no debía y me ejecutó una corveta perfecta. A mí aún me faltaba ponerme un estribo. Sólo sé que volé. Después se posó, suavemente y espero su recompensa. Desde entonces, comprobé toda su nobleza. NUNCA ha hecho nada por lo que yo deba reprenderle. ¿Es culpable de ser tan poderoso y de temer -con toda la razón del mundo- a ese bicho de dos patas que tanto teme?. Cada día me atrae más, porque veo a través de sus ojos. Hay dulzura y bondad en ellos, tras un velo de comprensible temor, pero confío en él mucho y eso es grande. Un saludo.