Os voy a comentar una experiencia:
Dominó, mi caballo, un animal difícil, nervioso, temeroso de todo cuanto se le aproximaba, receloso del ser humano (su nariz muestra las secuelas de una serreta), poderoso como el que más, había sido trabajado siempre con bocado vaquero. Así solía el vivir el trabajo: sometido absolutamente y muerto de miedo, pero disciplinado.
Tras pasar por diferentes manos que no hicieron más que intentar "apaciguar" su temperamento a base de artilugios varios, montarlo hasta la extenuación o incluso castrar a tan magnífico animal, con la sola esperanza de poder así transformarlo (algunos ignorantes creen que una castración es algo similar a una lobectomía), llegó a mí.
Era todo un reto.
El me temía, y yo,...me enfrentaba a un enorme desafío.
Un año de "susurros", buenos modos y trabajo dieron un buen fruto.
Es inteligente y tiene corazón. Con eso, basta. El resto, tiene arreglo.
Es cuestión de paciencia y mucho cariño.
Ahora estoy trabajándolo con un filete grueso de goma y una especie de riendas alemanas (una variante) que uno de mis entrenadores me ha sugerido. La relajación del caballo en el entrenamiento ha mejorado enormemente.
El caballo, como una vez dije en este foro, trabaja bajo "palabra de honor", con un contacto firme, pero no brusco ni tenso. No peleamos, nos comprometemos. Yo no tenso y él, no se acelera. Yo me calmo y él, confía.
El proceso es (está siendo) difícil (no nos engañemos), pero con animales que lo dan todo, merece la pena intentarlo.
Creo que es hermoso elegir un caballo, no sólo por su aspecto o raza, sino por su personalidad, intentando que ésta sea acorde a lo que tú buscas. Una vez la encuentras, se trata de disfrutarla, mediante un buen entendimiento (que sólo con el tiempo y la tenacidad se consiguen).
Por supuesto, también creo que es imprescindible mantener el liderazgo esencial para que el noble acepte y sea disciplinado.
Pero ser líder no significa ser rudo, sino ser contundente y claro con las órdenes, no permitiendo nunca una insumisión. Un caballo adecuadamente atendido en TODAS sus necesidades, cuidado como el que más y bien tratado es lo mejor que podemos hacer por ellos. A cambio, se les pide que nos permitan disfrutar de ellos, sin padecer.
Yo deseo disfrutar de mi caballo y que él también disfrute, que me busque, que rebusque en mi bolsillo su recompensa, que no me tema, pero que me respete, como yo le respeto a él. Que entienda lo que espero de él, como yo entiendo lo que él espera de mí.
Creo que la condición de jinete conlleva valor y el valor, no es atributo de aquel que no tiene miedo, sino del que lucha día a día por superarlo y vencer los obstáculos que le impiden disfrutar de su montura.
Un saludo.