Pues bien hecho entonces, Paty. Ya sabe lo que hay.
Te cuento una de mis rollo-historietas.
Un conocido mío hace tiempo empezó a dar clases en un club.
Como el anterior profesor no podía con los niños, éstos hacían lo que querían, también elegían ellos mismos a los caballos o ponis para la clase porque si no no montaban. Así había algunos que salían mucho y otros que no trabajaban casi nada.
Cuando llegó a su primer día de clase se encontró con que al repartir caballos unos cuantos niños se plantaron. Como el tío hablando es una bomba (podría ganarse la vida vendiendo chubasqueros en el desierto) se quedó finalmente con dos.
Uno venía con el padre, el padre le decía.
Padre: Venga, díle que ese caballo no lo montas, tú sólo quieres montar a fulanito.
Niño: Quiero montar a fulanito (con cierta timidez)
Profe: (con voz amable)Qué pena, fulanito ha salido con otro niño en la clase anterior. Ahora está cansado. Yo sé que quieres mucho a fulanito, por eso sé que ahora prefieres que descanse para que otro día si me parece bien lo montes.
Bueno a uno se lo sacó de encima así.
Con el otro fue imposible. El padre le dijo que él como pagaba exigía que su hijo montara el caballo o poni que le diera la gana.
Mi amigo le explicó que eso era imposible, era el profe y él iba a asignar siempre a los caballos intentando que cada uno montara los que considerara adecuados para lo que iban a hacer ese día.
El tío se fue en ese mismo instante con su niño para no volver.
Pero consiguió poner orden en todo y las clases le fueron mucho mejor que al anterior profe.
Vamos, que creo que los clientes no tenemos siempre la razón y unas normas básicas son buenas para todos.
Saludos
Te cuento una de mis rollo-historietas.
Un conocido mío hace tiempo empezó a dar clases en un club.
Como el anterior profesor no podía con los niños, éstos hacían lo que querían, también elegían ellos mismos a los caballos o ponis para la clase porque si no no montaban. Así había algunos que salían mucho y otros que no trabajaban casi nada.
Cuando llegó a su primer día de clase se encontró con que al repartir caballos unos cuantos niños se plantaron. Como el tío hablando es una bomba (podría ganarse la vida vendiendo chubasqueros en el desierto) se quedó finalmente con dos.
Uno venía con el padre, el padre le decía.
Padre: Venga, díle que ese caballo no lo montas, tú sólo quieres montar a fulanito.
Niño: Quiero montar a fulanito (con cierta timidez)
Profe: (con voz amable)Qué pena, fulanito ha salido con otro niño en la clase anterior. Ahora está cansado. Yo sé que quieres mucho a fulanito, por eso sé que ahora prefieres que descanse para que otro día si me parece bien lo montes.
Bueno a uno se lo sacó de encima así.
Con el otro fue imposible. El padre le dijo que él como pagaba exigía que su hijo montara el caballo o poni que le diera la gana.
Mi amigo le explicó que eso era imposible, era el profe y él iba a asignar siempre a los caballos intentando que cada uno montara los que considerara adecuados para lo que iban a hacer ese día.
El tío se fue en ese mismo instante con su niño para no volver.
Pero consiguió poner orden en todo y las clases le fueron mucho mejor que al anterior profe.
Vamos, que creo que los clientes no tenemos siempre la razón y unas normas básicas son buenas para todos.
Saludos