Diccionario de la Real Academia de la lengua española:
domar. (Del lat. domāre).
1. tr. Sujetar, amansar y hacer dócil al animal a fuerza de ejercicio y enseñanza.
2. tr. Sujetar, reprimir, especialmente las pasiones y las conductas desordenadas.
3. tr. domesticar (‖ hacer tratable a alguien que no lo es).
4. tr. Dar flexibilidad y holgura a algo. Domar unos zapatos, unos pantalones.
5. tr. coloq. El Salv. engañar (‖ inducir a tener por cierto lo que no lo es).
Reglamento de Doma Clásica:
Capítulo I. Doma Clásica
Finalidad y principios generales
1. La Doma tiene por objeto el desarrollo del caballo mediante el entrenamiento
racional, metódico y equilibrado de forma que se vaya haciendo un atleta a
disposición de su jinete. Como consecuencia el caballo se vuelve tranquilo,
elástico, ágil y flexible, pero también confiado, atento y decidido, con lo que
constituye un perfecto conjunto con su jinete.
[...]
6. En todo su trabajo, incluso en la parada, el caballo debe estar “en la mano”.
Se dice que un caballo esta “en la mano” cuando el cuello está más o menos
elevado y arqueado según el grado de doma y la extensión o reunión del aire, y
acepta la embocadura con un contacto ligero y suave y una completa sumisión.
La cabeza debe permanecer en una posición estable y, por regla general,
ligeramente por delante de la vertical, con una nuca flexible y en el punto más
alto del cuello, y el caballo no opone ninguna resistencia a su jinete.
domar. (Del lat. domāre).
1. tr. Sujetar, amansar y hacer dócil al animal a fuerza de ejercicio y enseñanza.
2. tr. Sujetar, reprimir, especialmente las pasiones y las conductas desordenadas.
3. tr. domesticar (‖ hacer tratable a alguien que no lo es).
4. tr. Dar flexibilidad y holgura a algo. Domar unos zapatos, unos pantalones.
5. tr. coloq. El Salv. engañar (‖ inducir a tener por cierto lo que no lo es).
Reglamento de Doma Clásica:
Capítulo I. Doma Clásica
Finalidad y principios generales
1. La Doma tiene por objeto el desarrollo del caballo mediante el entrenamiento
racional, metódico y equilibrado de forma que se vaya haciendo un atleta a
disposición de su jinete. Como consecuencia el caballo se vuelve tranquilo,
elástico, ágil y flexible, pero también confiado, atento y decidido, con lo que
constituye un perfecto conjunto con su jinete.
[...]
6. En todo su trabajo, incluso en la parada, el caballo debe estar “en la mano”.
Se dice que un caballo esta “en la mano” cuando el cuello está más o menos
elevado y arqueado según el grado de doma y la extensión o reunión del aire, y
acepta la embocadura con un contacto ligero y suave y una completa sumisión.
La cabeza debe permanecer en una posición estable y, por regla general,
ligeramente por delante de la vertical, con una nuca flexible y en el punto más
alto del cuello, y el caballo no opone ninguna resistencia a su jinete.