el ABC de hoy trae un articulo sobre el caballo que hizo el papel de Bucefalo en la pelicula de Alejandro el Grande.Helo aquí.
"En breve, «Alejandro Magno» pondrá sitio a la cartelera cinematográfica española, al frente de su falange macedónica y a lomos de su inseparable e invencible «Bucéfalo». Un caballo de Tesalia al que Alejandro domó ante la mirada descreída de unos cuantos cortesanos y de su propio padre, Filipo, quien al acabar la demostración ecuestre de su hijo sólo pudo exclamar: «¡Hijo mío, busca un reino igual a ti, porque en la Macedonia no cabes!». Dicho y hecho, a montura y cabalgadura les esperaban veinte millones de kilómetros cuadrados que conquistar.
Pero este «Bucéfalo» de la nueva película de Oliver Stone habla español, castellano de Daganzo, donde ha sido entrenado por Ricardo Cruz, «uno de los mejores domadores y especialistas de caballos del mundo». «Bucéfalo» («Ulbe» en la intimidad, lejos de los escenarios y las cámaras) es un frisón negro holandés, una raza de poca alzada pero tremenda potencia, valentía y fortaleza. Negro azabache como su hermano legendario, este «Bucéfalo», menos llamar por el móvil, hace todo lo que se le pida. Semeja estar muerto, trota, se pone (fiero, impresionante) a dos patas, posa con su entrenador, con Hernán otro de los especialistas, incluso «posa» ante los fotógrafos sin mirar a camara, de soslayo, haciéndose el interesante.
Ricardo, cuyo oficio viene de familia («tanto mi padre como mi suegro se dedicaron a esto»), que conoció muy de cerca el ambiente de aquellas superproducciones que se hicieron en España, y ha colaborado en películas como «Conan, el Bárbaro», «Braveheart», «Gladiator» y «El último samurai» explica que él y sus compañeros están muy agradecidos al cuatralbo y a sus «actuaciones exquisitas». También cuenta (siempre sentado sobre «Bucéfalo» que sigue haciéndose el muerto) que el protagonista, Colin Farrell también fue «de gran ayuda. En la mayoría de la película cabalga sin montura, que sólo se usó en alguna escena en la que el caballo se encabritaba tanto que Colin no se podía sujetar, porque aquello parecía un tobogán. La verdad es que Colin es un buen jinete, lo que pasa es que tiene una manera diferente de montar a la nuestra. Los españoles somos más centauros, nos unimos más al caballo, nos olvidamos mucho más de las riendas».
Cinco o seis semanas son necesarias aproximadamente para el entrenamiento de un caballo como éste. Pero ése no es el único problema. Sabido es que son animales muy valientes y nobles, pero tremendamente delicados. Por eso, diecinueve horas de vuelo, como por ejemplo entre Marruecos y Tailandia (lugares de los rodajes), se antojan una galopada tremenda, sin olvidar los cambios de clima, las distintas humedades. Pues ésa es una de las pruebas que tuvo que pasar «Bucéfalo». Aunque la prueba del 9 fue el rodaje de las escenas en las que la caballería de Alejandro se las tiene que ver con los elefantes, cara a cara, hocico a hocico, digamos.
No cabe duda, sin embargo, de que este caballo no se arredra fácilmente, ni siquiera ante los periodistas y los fotógrafos, ni ante las entrevistas de televisión, en las que sale como uno más, junto a Ricardo o junto a Hernán, sin un solo relincho de más, como un auténtico profesional (ya quisieran otros que se pavonean de serlo), aunque al final se nos olvidara pedirle un autógrafo."
Un saludo.Gabino
"En breve, «Alejandro Magno» pondrá sitio a la cartelera cinematográfica española, al frente de su falange macedónica y a lomos de su inseparable e invencible «Bucéfalo». Un caballo de Tesalia al que Alejandro domó ante la mirada descreída de unos cuantos cortesanos y de su propio padre, Filipo, quien al acabar la demostración ecuestre de su hijo sólo pudo exclamar: «¡Hijo mío, busca un reino igual a ti, porque en la Macedonia no cabes!». Dicho y hecho, a montura y cabalgadura les esperaban veinte millones de kilómetros cuadrados que conquistar.
Pero este «Bucéfalo» de la nueva película de Oliver Stone habla español, castellano de Daganzo, donde ha sido entrenado por Ricardo Cruz, «uno de los mejores domadores y especialistas de caballos del mundo». «Bucéfalo» («Ulbe» en la intimidad, lejos de los escenarios y las cámaras) es un frisón negro holandés, una raza de poca alzada pero tremenda potencia, valentía y fortaleza. Negro azabache como su hermano legendario, este «Bucéfalo», menos llamar por el móvil, hace todo lo que se le pida. Semeja estar muerto, trota, se pone (fiero, impresionante) a dos patas, posa con su entrenador, con Hernán otro de los especialistas, incluso «posa» ante los fotógrafos sin mirar a camara, de soslayo, haciéndose el interesante.
Ricardo, cuyo oficio viene de familia («tanto mi padre como mi suegro se dedicaron a esto»), que conoció muy de cerca el ambiente de aquellas superproducciones que se hicieron en España, y ha colaborado en películas como «Conan, el Bárbaro», «Braveheart», «Gladiator» y «El último samurai» explica que él y sus compañeros están muy agradecidos al cuatralbo y a sus «actuaciones exquisitas». También cuenta (siempre sentado sobre «Bucéfalo» que sigue haciéndose el muerto) que el protagonista, Colin Farrell también fue «de gran ayuda. En la mayoría de la película cabalga sin montura, que sólo se usó en alguna escena en la que el caballo se encabritaba tanto que Colin no se podía sujetar, porque aquello parecía un tobogán. La verdad es que Colin es un buen jinete, lo que pasa es que tiene una manera diferente de montar a la nuestra. Los españoles somos más centauros, nos unimos más al caballo, nos olvidamos mucho más de las riendas».
Cinco o seis semanas son necesarias aproximadamente para el entrenamiento de un caballo como éste. Pero ése no es el único problema. Sabido es que son animales muy valientes y nobles, pero tremendamente delicados. Por eso, diecinueve horas de vuelo, como por ejemplo entre Marruecos y Tailandia (lugares de los rodajes), se antojan una galopada tremenda, sin olvidar los cambios de clima, las distintas humedades. Pues ésa es una de las pruebas que tuvo que pasar «Bucéfalo». Aunque la prueba del 9 fue el rodaje de las escenas en las que la caballería de Alejandro se las tiene que ver con los elefantes, cara a cara, hocico a hocico, digamos.
No cabe duda, sin embargo, de que este caballo no se arredra fácilmente, ni siquiera ante los periodistas y los fotógrafos, ni ante las entrevistas de televisión, en las que sale como uno más, junto a Ricardo o junto a Hernán, sin un solo relincho de más, como un auténtico profesional (ya quisieran otros que se pavonean de serlo), aunque al final se nos olvidara pedirle un autógrafo."
Un saludo.Gabino