XIX CLINIC DE D. MANUEL CARVAJAL

ERAY

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16 Noviembre 2005
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El cuento de la Buena Pipa

Érase una vez: que un niño de 12 a 15 años le gustan mucho los caballos, darles de comer, pasarle los cepillos, cuidarlos y hablarles mucho con un tono suave y dulce. Y lo que pasaba que el caballo le respondía en el mismo idioma. Pero resulta que en ese lenguaje solo se entendían ellos dos. ¡Nadie más!; y todo el mundo decía: ¡este niño es tonto!. Solo habla con los caballos: Pamplinoso, Generalito, Tablada, Tosca y tantos y tantos. Pero este niño se llevaba bien con todos, porque entre otras muchos cosas, les hablaba, a pesar de las risas de mozos y vaqueros.
Pero a este niño le gustaba cuidar los caballos, curarles los espolazos, las heridas en la nariz y en la boca por la dureza de los hierros que entonces se usaban, y también hoy día, al paso de los años por la mano dura de los de hoy llamados jinetes.
Este niño se crio junto a esos caballos. Se le fueron de la mano algunos, se cayó muchísimas veces, San Pablo también se cayó y fue santo. Corrió muchas liebres, y muchas becerras bravas de desechos antes de ir al matadero. Las aprobadas en el tentadero eran sagradas, como las señoras guapas.
Mirarlas y admirarlas, pero no tocarlas, más que lo suficiente.
¿Pero niño tú quieres que te cuente el cuento de la Buena Pipa?.
Si.
Pero si yo lo que te pregunto es que si quieres que te cuente el cuento de la Buena Pipa.
¡No!. Bueno si no es que si no o si sí, yo lo que te pregunto es si quieres que te cuente el cuento de la Buena Pipa.
Y el niño, ya hecho hombrecito, no sabía que contestar, porque en realidad un jinete nunca sabe que responder al cuento de la Buena Pipa.
Vamos a ver niño. ¿Tú quieres que te cuente el cuento de la Buena Pipa?
Y el niño no sabía que responder, si “si o si no”. Este niño ya era un hombrecito y estaba en un mar de dudas.
Cuando su padre lo dejo concursar, que pasó mucho tiempo, hasta que el padre supo que podía concursar, y que fue cuando le dijo: bueno hijo concursa, pero has de tener en cuenta dos conceptos: el primero, que para ganar, antes hay que perder. Segundo, que cuando entres en pista y te descubras ante el juez, te tienes que aguantar con lo que te dicte el juez, y si no, no te presentes. El juez, seguramente sabe menos que tu, entre otras muchas cosas porque tú estas sentado sobre un caballo, y el juez en una silla de plástico y cubierto por una sombrilla. Mientras tú estas cubierto con un sombrero de ala ancha, o con chistera. ¡Da igual!. Todo es doma.
Y dime niño, ahora que estamos hablando de sombreros, ¿quieres que te cuente el cuento de la Buena Pipa?. ¿Sí o no?. Y el niño, que ya no era tan niño, y que llevaba muchos concursos en su cuerpo, le respondió: mira, a mí ya me da igual, si la doma es con sombrero de ala ancha o con chistera. Lo que me interesa es la doma en sí, porque doma no hay más que una, aquella en la que se lleva el caballo entre la pierna y la mano.
Y su padre le contesto: puedes concursar.
Hoy día, el niño que ya no es un niño, pero que le siguen preguntando, si quiere que le cuenten el cuento de la Buena Pipa; si el sombrero de ala ancha o la chistera, el ya con cierta autoridad, responde: la doma no es cuestión de sombreros, sino de piernas y manos. ¡Y el que me quiera entender que me entienda!.
Niño: ¿quieres que te cuente el cuento de la Buena Pipa? Yo ya no quiero cuentos, porque muchos me han contado a lo largo de mi vida. ¡Y al final!, el cuento más maravilloso que te pueden contar, es que ha nacido un buen potrillo.
Este niño nunca supo en público contener su vergüenza, aun se sonroja cuando le aplauden por cualquier cosa, por eso en esta foto de la Jaleo en Pineda, seguramente en un Campeonato de España, parece ser que todo va ajustado, que todo va en su sitio, menos la mano derecha del jinete que va tapándose su cara, por no sobreponerse a la vergüenza.
Y este es el cuento de la Buena Pipa que nos contaban cuando éramos niños…


Luis Ramos-Paúl y Dávila
 
Luiche, magnifica contestación, a los que creen que la Doma Vaquera no es EQUITACIÓN, como dijo, creo, este magnifico jinete y sino da igual quien lo dijera, "para aprender a montar a caballo hay que hacerlo todos los días, pero sin dejar que los libros cojan polvo en las estanterias".
Un saludo y sigue por esa linea que a pesar de lo que digan algunos (que por desgracia son muchos) es lo correcto.
!Enhorabuena¡, por tu contestación y por tus cilinic.
 
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