Me apetecía contarle esto a alguien porque, la verdad, es que si normalmente me lo paso bien encima de mi yegua, hoy ha sido genial. Y, por supuesto quiero compartirlo con gente "sana" como se dice por aqui. Bueno y si no interesa pues qué le vamos a hacer pero, repito, que me hacía ilusión contarlo.
Todo comienza cuando me subo esta tarde en la yegua. La monto todos los días "llueva o truene" porque me he propuesto rematarla de aquí a un año y medio. El caso es que ahora mismo le estoy haciendo una serie de trabajos para fortalecerle el dorso ya que con el parto y una posterior piroplasmosis se habia quedado muy flojita. Por todo essto la estoy montando en pista y después de este trabajo le doy un pequeño paseo para relajar musculos y, claro está, no la trabajo a campo abierto. Viene esto al caso porque hoy me he olvidado un poco de la correción en los movimientos en cuanto a la colocación de la nuca y demás. Y alguno que esté leyendo esto dirá que a que se puede deber ese "olvido". Os cuento entonces el motivo y no es otro que una pequeña perrita(lo de pequeña es por la edad porque es enorme para tener dos meses) que tengo y a la que le gusta acompañarme cuando estoy montando. Pues hoy esa perrita estaba juguetona ya que había muchisimos charcos en el camino donde ella podía saltar y salpicar(algo que le encanta). Como la pista del club estaba encharcada he salido del recinto para buscar otra hecha a golpe de trote y galope(es decir por otros jinetes que han visto espacio allí y se han puesto a trabajar hasta conseguir un pista muy "apañá"). Mientras iba hacia esa pista me he encontrado dos chicas que pasaban la tarde en el campo(una preciosa pradera situada en un bosque de pinos, si podeis buscad Cartaya en el google earth y mirad hacia el sur entre el pueblo y El rompido) las cuales buscaban un sitio para desahogar sus vejigas. La perra, al verlas empezó a jugar con ellas a pesar de mis llamadas (es aún muy cría para obedecer cuando no estoy a su lado) y , ya que estaba llena de barro les estaba manchando la ropa. La chica no era capaz de ponerse seria con la cachorrita por lo que le propuse que se estuviera quieta que lo me pondría entre las dos y así la perra la dejaría en paz. Al ver mi maniobra la perra intentó esquivarme (aqui empieza mi diversión) a lo que yo respondo con sucesivas medias vueltas al paso a una mano y otra para cerrarle el acceso. Uno de sus intentos consiguió engañarme ( ¡qué amago! ) y salir a correr hacia las chicas. Acto seguido arreé a la yegua "de verdad" y me lancé en su persecución para , una vez adelantada, hacer media vuelta al galope y continuar persiguiendo a la perrita la cual dejó de huir y se puso a mi lado entendiendo mis maniobras como lo que realmente ya eran: un juego. Tras esto ya me encaminé a la pista e hice el trabajo que tenia planificado pero con una grata sensación. No sé qué os parecerá pero yo nunca he tenido la oportunidad de "correr vacas" y tras esto tengo aún más ganas que antes pues si cinco minutos jugando con un perro me divierten tanto no quiero ni imaginar el gozo persiguiendo una res, origen de esta disciplina que tanto nos gusta y a la que hemos metido en una pista haciendo que gane en calidad y plasticidad pero restándole su punto de espontaneidad que a vaces se echa un poquito de menos.
Y esperando no haberos aburrido acabo mi pequeña historia. Desde Cartaya, saludos, Julián.
Todo comienza cuando me subo esta tarde en la yegua. La monto todos los días "llueva o truene" porque me he propuesto rematarla de aquí a un año y medio. El caso es que ahora mismo le estoy haciendo una serie de trabajos para fortalecerle el dorso ya que con el parto y una posterior piroplasmosis se habia quedado muy flojita. Por todo essto la estoy montando en pista y después de este trabajo le doy un pequeño paseo para relajar musculos y, claro está, no la trabajo a campo abierto. Viene esto al caso porque hoy me he olvidado un poco de la correción en los movimientos en cuanto a la colocación de la nuca y demás. Y alguno que esté leyendo esto dirá que a que se puede deber ese "olvido". Os cuento entonces el motivo y no es otro que una pequeña perrita(lo de pequeña es por la edad porque es enorme para tener dos meses) que tengo y a la que le gusta acompañarme cuando estoy montando. Pues hoy esa perrita estaba juguetona ya que había muchisimos charcos en el camino donde ella podía saltar y salpicar(algo que le encanta). Como la pista del club estaba encharcada he salido del recinto para buscar otra hecha a golpe de trote y galope(es decir por otros jinetes que han visto espacio allí y se han puesto a trabajar hasta conseguir un pista muy "apañá"). Mientras iba hacia esa pista me he encontrado dos chicas que pasaban la tarde en el campo(una preciosa pradera situada en un bosque de pinos, si podeis buscad Cartaya en el google earth y mirad hacia el sur entre el pueblo y El rompido) las cuales buscaban un sitio para desahogar sus vejigas. La perra, al verlas empezó a jugar con ellas a pesar de mis llamadas (es aún muy cría para obedecer cuando no estoy a su lado) y , ya que estaba llena de barro les estaba manchando la ropa. La chica no era capaz de ponerse seria con la cachorrita por lo que le propuse que se estuviera quieta que lo me pondría entre las dos y así la perra la dejaría en paz. Al ver mi maniobra la perra intentó esquivarme (aqui empieza mi diversión) a lo que yo respondo con sucesivas medias vueltas al paso a una mano y otra para cerrarle el acceso. Uno de sus intentos consiguió engañarme ( ¡qué amago! ) y salir a correr hacia las chicas. Acto seguido arreé a la yegua "de verdad" y me lancé en su persecución para , una vez adelantada, hacer media vuelta al galope y continuar persiguiendo a la perrita la cual dejó de huir y se puso a mi lado entendiendo mis maniobras como lo que realmente ya eran: un juego. Tras esto ya me encaminé a la pista e hice el trabajo que tenia planificado pero con una grata sensación. No sé qué os parecerá pero yo nunca he tenido la oportunidad de "correr vacas" y tras esto tengo aún más ganas que antes pues si cinco minutos jugando con un perro me divierten tanto no quiero ni imaginar el gozo persiguiendo una res, origen de esta disciplina que tanto nos gusta y a la que hemos metido en una pista haciendo que gane en calidad y plasticidad pero restándole su punto de espontaneidad que a vaces se echa un poquito de menos.
Y esperando no haberos aburrido acabo mi pequeña historia. Desde Cartaya, saludos, Julián.