Manuel Vidrié para los amigos y maestro Vidrié para los compañeros y aficionados fue, sin duda, una de las figuras más importantes del toreo a caballo del s.XX. Y lo fue no sólo por reunir los tres requisitos que llevan implícitos las grandes estrellas del toreo a la jineta (equitador, domador y torero a caballo) sino también, por su carisma, por su personalidad; en definitiva, por su torería.
En efecto, Manuel Vidrié fue equitador, porque a lo largo de su dilatada carrera demostró sobradamente conocer en profundidad todos y cada uno de los secretos del arte de montar a caballo, tanto a nivel técnico, como táctico y estético.
Fue domador, porque todos sus caballos galoparon en el ruedo delante de la cara del toro con sumisión, equilibrio y ligereza, motivado, qué duda cabe, por los efectos de su buena mano, su correcto contacto y su exquisito tacto ecuestre.
Y, fue torero a caballo porque su dominio técnico y psicológico sobre los corceles, sacándoles cuanto llevaban dentro, lidió o toreo a los toros, según sus condiciones, ajustándose a los más exigentes cánones del toreo clásico. Es decir, con verdad, dejándose ver, yéndose hacia el toro muy de frente y muy despacio. Con pureza, buscando el pitón contrario, permitiendo ajustados embroques, dejando llegar los pitones del toro muy cerca del estribo, para acto seguido, clavar en lo alto de arriba a abajo. Y con elegancia, rematando la suerte, llevándose al toro cosido a la cola del caballo, para finalmente salir del trance no huyendo precipitadamente, sino toreando despacio, con sentimiento y con naturalidad.
No fue fácil la carrera profesional de Manuel Vidrié. En absoluto. Pero, su raza y su trabajo unido a su talante e inteligencia le ayudaron a adquirir oficio con rapidez y, en consecuencia, a compartir cartel con las grandes figuras de su época, caso de Álvaro Domecq Romero, Ángel Peralta, Lupi, Javier Buendía, Antonio Ignacio Vargas, Joao Moura, Leonardo Hernández etc... obteniendo grandes triunfos en las plazas más importantes de España, Francia y Portugal, destacando de manera especial en Las Ventas del Espíritu Santo en donde salió en hombros nada menos que en siete ocasiones.
El tres de marzo, se celebrará en Madrid un merecido homenaje al maestro Vidrié. Un homenaje en el que, seguramente, además de emocionarse por el reconocimiento a su brillante trayectoria, también se emocionará recordando las aportaciones de aquellas obras de arte vivientes que tanta gloria dieron a él y al toreo a caballo como fueron: Neptuno, Aranjuez, Pezanha, Favotiro...
Enhorabuena, maestro. Disfrute de su homenaje y viva con intensidad la jornada. Nosotros, los que amamos el toreo a caballo le ovacionaremos y le respetaremos y admiraremos por lo que fue y por los que sigue siendo: una figura histórica del toreo a caballo.
JUAN MANUEL SÁNCHEZ- MORATE es comentarista especializado en rejones en el Canal Toros del Canal Gran Vía de Vía Digital.


Para mi es un maestro los rejoneadores actuales no le llegan a la suela de el zapato.
un saludo
En efecto, Manuel Vidrié fue equitador, porque a lo largo de su dilatada carrera demostró sobradamente conocer en profundidad todos y cada uno de los secretos del arte de montar a caballo, tanto a nivel técnico, como táctico y estético.
Fue domador, porque todos sus caballos galoparon en el ruedo delante de la cara del toro con sumisión, equilibrio y ligereza, motivado, qué duda cabe, por los efectos de su buena mano, su correcto contacto y su exquisito tacto ecuestre.
Y, fue torero a caballo porque su dominio técnico y psicológico sobre los corceles, sacándoles cuanto llevaban dentro, lidió o toreo a los toros, según sus condiciones, ajustándose a los más exigentes cánones del toreo clásico. Es decir, con verdad, dejándose ver, yéndose hacia el toro muy de frente y muy despacio. Con pureza, buscando el pitón contrario, permitiendo ajustados embroques, dejando llegar los pitones del toro muy cerca del estribo, para acto seguido, clavar en lo alto de arriba a abajo. Y con elegancia, rematando la suerte, llevándose al toro cosido a la cola del caballo, para finalmente salir del trance no huyendo precipitadamente, sino toreando despacio, con sentimiento y con naturalidad.
No fue fácil la carrera profesional de Manuel Vidrié. En absoluto. Pero, su raza y su trabajo unido a su talante e inteligencia le ayudaron a adquirir oficio con rapidez y, en consecuencia, a compartir cartel con las grandes figuras de su época, caso de Álvaro Domecq Romero, Ángel Peralta, Lupi, Javier Buendía, Antonio Ignacio Vargas, Joao Moura, Leonardo Hernández etc... obteniendo grandes triunfos en las plazas más importantes de España, Francia y Portugal, destacando de manera especial en Las Ventas del Espíritu Santo en donde salió en hombros nada menos que en siete ocasiones.
El tres de marzo, se celebrará en Madrid un merecido homenaje al maestro Vidrié. Un homenaje en el que, seguramente, además de emocionarse por el reconocimiento a su brillante trayectoria, también se emocionará recordando las aportaciones de aquellas obras de arte vivientes que tanta gloria dieron a él y al toreo a caballo como fueron: Neptuno, Aranjuez, Pezanha, Favotiro...
Enhorabuena, maestro. Disfrute de su homenaje y viva con intensidad la jornada. Nosotros, los que amamos el toreo a caballo le ovacionaremos y le respetaremos y admiraremos por lo que fue y por los que sigue siendo: una figura histórica del toreo a caballo.
JUAN MANUEL SÁNCHEZ- MORATE es comentarista especializado en rejones en el Canal Toros del Canal Gran Vía de Vía Digital.


Para mi es un maestro los rejoneadores actuales no le llegan a la suela de el zapato.
un saludo