Rompiendo bruscamente mi aletargada inspiración, una mañana de gélido invierno, esa anhelada musa de nombre incierto, suavemente, se posó sobre mi hombro.
Una vez más, me reencontré con mi profunda e irremediable evanescencia, retozando entre cirros congelados y despoblados horizontes. El frío resultaba tan hiriente como desafiante. El aire penetraba en los pulmones como un cortante filo de navaja.
Desde lejos, Dominó se mantenía alerta.
En la soledad de las cuadras, la cadencia de mis pasos, mi olor y el sonido, característico, de mi nerviosa respiración, acaparaban toda su atención.
Yo era consciente de ello y me sentía complacida. Me aseguré de no haber olvidado un par de Golden en mi bolsillo.
Corrí la portezuela del box y allí estaba, impaciente, su nariz. Olisqueaba por mi abrigo, ansioso como un niño por descubrir su regalo, dulce y tierno como sólo a mí se me antoja.
Le dí cuerda un buen rato, recreándome en la belleza de sus movimientos y en la franqueza de sus reacciones.
Dentro de su voluptuosidad, todo en él es sano y noble.
Su altivo porte y su aparente distanciamiento se disipan por completo cuando reclamo su mirada. Incluso nos hacemos alguna que otra concesión. El se pone interesante y yo, le pellizco los ollares. Me olisquea nuevamente, descubriendo un mundo extraño para él, que implica confianza, jugueteo, caricias,...y me entrega todo lo mejor de él.
Me regala su miedo, reducido a cenizas, en un lametazo. Se olvida de sus temores, posando su mirada altanera sobre mí.
Es la musa de cada mañana. Vive también en mis sueños, donde galopa, libre, por páramos interminables. Compartimos un momento, o quizás cientos, no lo sé. En realidad, es lo mismo. Me hace feliz compartir mis ilusiones y mi tiempo con él. Es una criatura hermosa, que ilumina algunos de mis más lozanos anhelos. Es algo así como el eslabón que me permite seguir asida al mundo de la fantasía, de la aventura, de los sueños,...
Si algún día me pierdo, que sea a lomos de Dominó. El potenciará mi valor y alentará mi lucha. El me dará su fuerza, cuando yo me debilite, y su aliento, cuando las musas se disipen,...
Un saludo a todos. Espero que este año 2005 resplandezca de ilusiones para quienes sean capaces de hacerlas crecer en sus corazones.
Una vez más, me reencontré con mi profunda e irremediable evanescencia, retozando entre cirros congelados y despoblados horizontes. El frío resultaba tan hiriente como desafiante. El aire penetraba en los pulmones como un cortante filo de navaja.
Desde lejos, Dominó se mantenía alerta.
En la soledad de las cuadras, la cadencia de mis pasos, mi olor y el sonido, característico, de mi nerviosa respiración, acaparaban toda su atención.
Yo era consciente de ello y me sentía complacida. Me aseguré de no haber olvidado un par de Golden en mi bolsillo.
Corrí la portezuela del box y allí estaba, impaciente, su nariz. Olisqueaba por mi abrigo, ansioso como un niño por descubrir su regalo, dulce y tierno como sólo a mí se me antoja.
Le dí cuerda un buen rato, recreándome en la belleza de sus movimientos y en la franqueza de sus reacciones.
Dentro de su voluptuosidad, todo en él es sano y noble.
Su altivo porte y su aparente distanciamiento se disipan por completo cuando reclamo su mirada. Incluso nos hacemos alguna que otra concesión. El se pone interesante y yo, le pellizco los ollares. Me olisquea nuevamente, descubriendo un mundo extraño para él, que implica confianza, jugueteo, caricias,...y me entrega todo lo mejor de él.
Me regala su miedo, reducido a cenizas, en un lametazo. Se olvida de sus temores, posando su mirada altanera sobre mí.
Es la musa de cada mañana. Vive también en mis sueños, donde galopa, libre, por páramos interminables. Compartimos un momento, o quizás cientos, no lo sé. En realidad, es lo mismo. Me hace feliz compartir mis ilusiones y mi tiempo con él. Es una criatura hermosa, que ilumina algunos de mis más lozanos anhelos. Es algo así como el eslabón que me permite seguir asida al mundo de la fantasía, de la aventura, de los sueños,...
Si algún día me pierdo, que sea a lomos de Dominó. El potenciará mi valor y alentará mi lucha. El me dará su fuerza, cuando yo me debilite, y su aliento, cuando las musas se disipen,...
Un saludo a todos. Espero que este año 2005 resplandezca de ilusiones para quienes sean capaces de hacerlas crecer en sus corazones.