Usted, que acude a una letra de orígen griego para poner en el lugar que ocuparía una de orígen latino, que prefiere montar centroeuropeos antes que un caballo de la tierra, que se deja deslumbrar por lo foráneo sin conocer siquiera lo autoctono; le rogaría que no caiga en el ridículo, como hace siempre aquel que habla de lo que no sabe, o si su intención es esa, que no pretenda enojar a los que si están orgullosos de su forma de hacer las cosas, y que sin embargo, no tienen reparos en aprender de lo bueno que viene de fuera, después de someterlo a un examen crítico para no adoptar lo que aquí ya existe de una forma mejorada. Haga usted el favor de aprender, de observar, de indagar, y cuando esté seguro de ello vuelva a opinar, pero con conocimiento de causa y demostrando el mismo.
Y ya de paso, intente hace siquiera una media vuelta al galope con un caballo domado a la vaquera, lo mismo no es capaz de hacerla por pasarse de bruto, quién sabe.