Estoy de acuerdo contigo...
Mi caballo olía tan bien!!! Parecia todo de algondon, como una nube de azucar, sobre todo en invierno con el frio, se el ponía un pelaje suave como de terciopelo y no te cansabas de acariciarle todo el rato.
A veces cuando lo tenía suelto en el picadero me subía a pelo y me tumbaba sobre su cuello, era tan confortable... y las crines las tenía de un pelo fino y sedoso, no parecía pelo de caballo...
Bueno, se me va la pinza hablando de él, y fijate que murió hace casi diez años... pero hay caballos que nunca olvidas porque parecen tener ese sexto sentido del que hablaba tato con los niños (yo era mu pequeñita)
Los domingos siempre saliamos sólos al campo y cuando se ponía nervioso por cualquier cosa yo le cantaba, y al oir mi voz se tranquilizaba en seguida. Había un pacto mutuo de protección...
Después de eso, no he conocido a ningún caballo igual, y os aseguro que he visto unos cuantos...
Besos a todos...