No pretendemos escribir una biografía de Alejandro Magno. Sería una pretensión atrevida. Pero sí queremos reflejar la relación de Alejandro con los caballos, especialmente con BUCÉFALO, el inseparable compañero de su apasionante historia; compañero de batallas y de afectos.
El nacimiento de Alejandro. Rey de Macedonia
Alejandro Magno nace en el año 353 a.C. en Pellas, la capital de Macedonia.
Es hijo del rey de Macedonia Filipo y de la tesalia Olimpia.
Cuando Alejandro tiene 19 años, su padre se casa con Cleopatra y tiene un hijo.
Alejandro se destierra con su madre.
A Filipo le asesina un miembro de su guardia y entonces Alejandro vuelve a Pellas y manda matar a Cleopatra y a su hijo. Desaparece así el temor de Alejandro a perder el trono.
A los 20 años es proclamado rey de Macedonia.
Pero ya antes, cuando Alejandro contaba 18 años, al mando del ejército macedonio, vence a los ejércitos de Tebas y Atenas de una forma brillante que ya demuestra sus dotes guerreras, que no le abandonarán hasta su muerte.
Es fácil comprender que este gran rey que conquista el mundo, lo hace a caballo.
Aristóteles y Jenofonte: la formación intelectual
Puede pensarse que la equitación en los tiempos de Alejandro era rudimentaria. No es cierto.
Alejandro era un hombre muy culto. Su padre había llevado a Aristóteles a Pellas cuando el príncipe sólo tenía 14 años.
Alejandro admira a Aristóteles y su gran sensibilidad hace que sea un alumno receptivo del gran sabio; el mayor sabio y el más importante general.
Alejandro es gran aficionado a la lectura, de hecho siempre tiene cerca de su cama La Iliada.
Alejandro pues, lee a Jenofonte.
Jenofonte nació en el 434 a.C., era griego y oficial del ejército. A él se deben los primeros tratados de equitación, sus libros ?Hippiké e Hipparchikos?.
Unos tratados de equitación hoy vigentes. Relatan una equitación llena de clasicismo: hablan de la flexibilidad de los caballos (increíble en esta época), de los aires y de su secuencia, insisten en el buen trato a los caballos, en el estímulo del premio, en el castigo innecesario y explican una forma de domar los caballos concordante con la que hoy se practica.
Como es lógico, la equitación del culto Alejandro está absolutamente influenciada por Jenofonte.
Sin embargo, en esta época se montaba sin montura, incluso sin mantilla.
No se usaban calzones.
Las piernas estiradas con las rodillas bajas, los pies con los dedos apuntando hacia abajo ¿No es el ejercicio que hoy se practica para coger buen asiento?
Se quería entonces tener el mayor contacto con el caballo a través de las piernas. ¿No estamos otra vez ante las monturas, que hoy se prefieren, que permiten el máximo contacto con el caballo?
El estribo largo, la pierna descendida, la rodilla baja... ¿No son tendencias de la doma actual?
También Jenofonte explica figuras similares a las ?levadas?; peso sobre los posteriores que sin duda favorecerían los movimientos en la batalla, al igual que las piruetas. Algo fundamental para Alejandro.
BUCÉFALO: el caballo del gran rey
El rey Filipo le regaló a Alejandro, cuando éste tenía 13 años, un caballo negro de también aproximadamente 13 años: BUCÉFALO.
Un caballo de una gran belleza pero inmontable. Alejandro, con paciencia y sabiduría, nunca por la fuerza sino todo lo contrario, domó a BUCÉFALO (cabeza de buey) que ya sería siempre su compañero y su fiel aliado en las batallas. Alejandró jamás perdió ningún combate.
No es posible saber con exactitud la raza de BUCÉFALO, pero todo hace pensar en un origen oriental. Un caballo de frente ancha con una estrella blanca, pérfil ligeramente cóncavo y de no excesiva alzada.
Alejandro no era alto; una gran armonía.
Un caballo, sin duda, de gran belleza. Alejandro estaba inmerso en las teorías de la belleza, inequívocas del pueblo griego y de su maestro Aristóteles.
Las conquistas de Alejandro a caballo
Para comprender bien la relación de Alejandro con BUCÉFALO no hay más que repasar su vida, absolutamente unida a su ánimo expansionista; un conquistador a caballo que no puede parar.
Después de vencer a tebanos y atenienses, Alejandro, con más de 30.000 soldados, llega a Tebas (450 Km en 14 días) y la conquista.
Ya dominada Grecia, parte para Asia con 32.000 infantes y 3.600 jinetes con la obsesión de derrotar al rey persa Darío. Darío tiene un ejército mucho más numeroso que el de Alejandro: más de 50.000 hombres y muchos mercenarios griegos. En el primer encuentro con los persas les vence estrepitosamente a orillas del río Granico.
Más tarde ocupa los territorios que hoy se corresponden con Siria, Líbano, Israel y Palestina.
En el año 332 a.C. destruyó la flota persa en Tiro.
Después conquista Egipto en el año 332 a.C. Al año siguiente funda Alejandría, la cuna del saber.
Parte después otra vez hacia Asia, quiere capturar a Darío. Éste, con un ejército muy superior, le espera en Babilonia. Los persas rodean a Alejandro, él les deja hacer para más tarde atacarles en el desguarnecido centro. Los vence. Una batalla memorable. Alejandro ha luchado como siempre en cabeza. El más valiente de sus hombres. Sus soldados le admiran. Darío consigue huir.
Alejandro toma Susa sin oposición.
Toma Persépolis y la destruye. Una venganza, pues en Persépolis estaba el palacio de Jerjes, aquél que había quemado los templos atenienses.
Persigue a Darío, pero el sátrapa persa Bessos lo captura y lo mata. Alejandro se enfurece. No cree que el rey Darío se merezca un final causado por tan insignificante personaje. Él quería haber sido el captor del rey persa. Captura a Bessos y se lo entrega a los persas. Ordena un gran funeral para su gran enemigo. Obliga a sus oficiales a vestirse a la usanza persa y a enjaezar a sus caballos según las tradiciones bárbaras.
Alejandro siempre pendiente de BUCÉFALO
Todas estas distancias las recorre Alejandro en caravana, si bien muchas veces va corriendo y andando para estar en forma.
BUCÉFALO sólo es montado en las batallas.
Alejandro es un gran cuidador de su caballo. Nunca se acuesta sin tener la seguridad del buen cuidado y del descanso idóneo de su caballo. Siempre está pendiente de la buena alimentación de su montura.
Estos cuidados explican que BUCÉFALO llegara a vivir ceerca de 30 años.
BUCÉFALO debía ser resistente, pero también muy rápido, pues Alejandro se caracterizaba por sus ataques violentos y rápidos.
Debía tener una gran doma, pues Alejandro entraba en batalla siempre cuerpo a cuerpo y confiaba en su caballo.
Debía desplazarse y volver muy bien, debía ser muy valiente.
Alejandro tomaba las costumbres que le gustaban de los pueblos que conquistaba. Les permitía sus leyes y sus costumbres. Aprendía lo bueno de sus enemigos. Gustó de las costumbres persas. Vistió la túnica persa, blanca y púrpura, como la que había visto usar a Darío, si bien es cierto que pronto volvió a la túnica griega que le daba más libertad de movimientos. Jamás, sin embargo, consintió en usar calzones. Enjaezó sus caballos con adornos y equipamientos persas. BUCÉFALO aceptó con orgullo las lentejuelas, las quijeras de plata y los medallones.
BUCÉFALO conocía bien a Alejandro. Relinchaba cuando le oía. A Alejandro le gustaba poner la cabeza de BUCÉFALO en su regazo. Le obsequiaba con manzanas.
Alejandro sabía que era un aliado imprescindible, que su vida dependía de él.
BUCÉFALO confiaba en Alejandro, tenía confianza en su jinete.
El rey macedonio se caracterizaba por su gran sensibilidad y por su generosidad: cualidades indispensables para comprender bien a los caballos.
En el 327 a.C., Alejandro parte hacia la India con 50.000 hombres. Se enfrenta al majestuoso rey Poro a orillas del río Indo. Poro cuenta con un ejército montado en elefantes. Alejandro no enfrenta a los caballos con los elefantes, sino que ordena a su infantería que los lesionen en las patas. Poro se rinde y se alía con el rey macedonio. Alejandro prueba a montar en elefante pero no le gusta. Alega que le gusta sentir al caballo en sus piernas, no le gusta sentir el trono de los elefantes.
Muere BUCÉFALO
Es en esta época cuando muere BUCÉFALO.
Ya tenía los achaques propios de su edad, pero ahora su respiración empieza a estar comprometida.
Un esclavo, tracio tatuado de azul, cuida permanentemente al caballo.
BUCÉFALO se tumba; el presagio de la muerte segura.
Llaman a Alejandro. Éste se arrodilla ante su caballo, inclina la cabeza y se tapa la cara, tal vez para que no caigan sus húmedas lágrimas sobre el cuerpo aún caliente de su amigo BUCÉFALO.
Alejandro llama inmediatamente a su amigo Hefaistión, le necesita en su gran dolor.
Funda una ciudad con el nombre de su caballo, Bucefalia.
Alejandro llora
En el año 324 a.C. muere Hefaistión. Alejandro enloquece de dolor. Hace un gran funeral para su especial amigo y, en señal de duelo, manda rapar las crines y las colas de todos los caballos. Lo mismo que hizo Aquiles cuando mataron a Patroclo. La Iliada siempre presente.
Alejandro llora en su vida por los esclavos de Persépolis, por haberse olvidado del cumpleaños del muchacho persa Bagoas, por Hefaistión, por Aquiles, por Patroclo, por su perro Peritas y por BUCÉFALO.
Alejandro enfermo de muerte no olvida a BUCÉFALO
Un año más tarde muere Alejandro, a los 32 años, tras varios días grave y con una fiebre muy elevada ¿Quizás una pleuresía complicada?
En sus delirios repite: "¿Está bien BUCÉFALO?"
Alejandro no llega a su siguiente destino: Arabia.
¿Habría enconrtado el rey del rayo entre los caballos árabes un sustituto de su oriental BUCÉFALO?
PD..Encontrado en la red, desconociendo su autor
Saludos
Antonio Sánchez
Murcia
El nacimiento de Alejandro. Rey de Macedonia
Alejandro Magno nace en el año 353 a.C. en Pellas, la capital de Macedonia.
Es hijo del rey de Macedonia Filipo y de la tesalia Olimpia.
Cuando Alejandro tiene 19 años, su padre se casa con Cleopatra y tiene un hijo.
Alejandro se destierra con su madre.
A Filipo le asesina un miembro de su guardia y entonces Alejandro vuelve a Pellas y manda matar a Cleopatra y a su hijo. Desaparece así el temor de Alejandro a perder el trono.
A los 20 años es proclamado rey de Macedonia.
Pero ya antes, cuando Alejandro contaba 18 años, al mando del ejército macedonio, vence a los ejércitos de Tebas y Atenas de una forma brillante que ya demuestra sus dotes guerreras, que no le abandonarán hasta su muerte.
Es fácil comprender que este gran rey que conquista el mundo, lo hace a caballo.
Aristóteles y Jenofonte: la formación intelectual
Puede pensarse que la equitación en los tiempos de Alejandro era rudimentaria. No es cierto.
Alejandro era un hombre muy culto. Su padre había llevado a Aristóteles a Pellas cuando el príncipe sólo tenía 14 años.
Alejandro admira a Aristóteles y su gran sensibilidad hace que sea un alumno receptivo del gran sabio; el mayor sabio y el más importante general.
Alejandro es gran aficionado a la lectura, de hecho siempre tiene cerca de su cama La Iliada.
Alejandro pues, lee a Jenofonte.
Jenofonte nació en el 434 a.C., era griego y oficial del ejército. A él se deben los primeros tratados de equitación, sus libros ?Hippiké e Hipparchikos?.
Unos tratados de equitación hoy vigentes. Relatan una equitación llena de clasicismo: hablan de la flexibilidad de los caballos (increíble en esta época), de los aires y de su secuencia, insisten en el buen trato a los caballos, en el estímulo del premio, en el castigo innecesario y explican una forma de domar los caballos concordante con la que hoy se practica.
Como es lógico, la equitación del culto Alejandro está absolutamente influenciada por Jenofonte.
Sin embargo, en esta época se montaba sin montura, incluso sin mantilla.
No se usaban calzones.
Las piernas estiradas con las rodillas bajas, los pies con los dedos apuntando hacia abajo ¿No es el ejercicio que hoy se practica para coger buen asiento?
Se quería entonces tener el mayor contacto con el caballo a través de las piernas. ¿No estamos otra vez ante las monturas, que hoy se prefieren, que permiten el máximo contacto con el caballo?
El estribo largo, la pierna descendida, la rodilla baja... ¿No son tendencias de la doma actual?
También Jenofonte explica figuras similares a las ?levadas?; peso sobre los posteriores que sin duda favorecerían los movimientos en la batalla, al igual que las piruetas. Algo fundamental para Alejandro.
BUCÉFALO: el caballo del gran rey
El rey Filipo le regaló a Alejandro, cuando éste tenía 13 años, un caballo negro de también aproximadamente 13 años: BUCÉFALO.
Un caballo de una gran belleza pero inmontable. Alejandro, con paciencia y sabiduría, nunca por la fuerza sino todo lo contrario, domó a BUCÉFALO (cabeza de buey) que ya sería siempre su compañero y su fiel aliado en las batallas. Alejandró jamás perdió ningún combate.
No es posible saber con exactitud la raza de BUCÉFALO, pero todo hace pensar en un origen oriental. Un caballo de frente ancha con una estrella blanca, pérfil ligeramente cóncavo y de no excesiva alzada.
Alejandro no era alto; una gran armonía.
Un caballo, sin duda, de gran belleza. Alejandro estaba inmerso en las teorías de la belleza, inequívocas del pueblo griego y de su maestro Aristóteles.
Las conquistas de Alejandro a caballo
Para comprender bien la relación de Alejandro con BUCÉFALO no hay más que repasar su vida, absolutamente unida a su ánimo expansionista; un conquistador a caballo que no puede parar.
Después de vencer a tebanos y atenienses, Alejandro, con más de 30.000 soldados, llega a Tebas (450 Km en 14 días) y la conquista.
Ya dominada Grecia, parte para Asia con 32.000 infantes y 3.600 jinetes con la obsesión de derrotar al rey persa Darío. Darío tiene un ejército mucho más numeroso que el de Alejandro: más de 50.000 hombres y muchos mercenarios griegos. En el primer encuentro con los persas les vence estrepitosamente a orillas del río Granico.
Más tarde ocupa los territorios que hoy se corresponden con Siria, Líbano, Israel y Palestina.
En el año 332 a.C. destruyó la flota persa en Tiro.
Después conquista Egipto en el año 332 a.C. Al año siguiente funda Alejandría, la cuna del saber.
Parte después otra vez hacia Asia, quiere capturar a Darío. Éste, con un ejército muy superior, le espera en Babilonia. Los persas rodean a Alejandro, él les deja hacer para más tarde atacarles en el desguarnecido centro. Los vence. Una batalla memorable. Alejandro ha luchado como siempre en cabeza. El más valiente de sus hombres. Sus soldados le admiran. Darío consigue huir.
Alejandro toma Susa sin oposición.
Toma Persépolis y la destruye. Una venganza, pues en Persépolis estaba el palacio de Jerjes, aquél que había quemado los templos atenienses.
Persigue a Darío, pero el sátrapa persa Bessos lo captura y lo mata. Alejandro se enfurece. No cree que el rey Darío se merezca un final causado por tan insignificante personaje. Él quería haber sido el captor del rey persa. Captura a Bessos y se lo entrega a los persas. Ordena un gran funeral para su gran enemigo. Obliga a sus oficiales a vestirse a la usanza persa y a enjaezar a sus caballos según las tradiciones bárbaras.
Alejandro siempre pendiente de BUCÉFALO
Todas estas distancias las recorre Alejandro en caravana, si bien muchas veces va corriendo y andando para estar en forma.
BUCÉFALO sólo es montado en las batallas.
Alejandro es un gran cuidador de su caballo. Nunca se acuesta sin tener la seguridad del buen cuidado y del descanso idóneo de su caballo. Siempre está pendiente de la buena alimentación de su montura.
Estos cuidados explican que BUCÉFALO llegara a vivir ceerca de 30 años.
BUCÉFALO debía ser resistente, pero también muy rápido, pues Alejandro se caracterizaba por sus ataques violentos y rápidos.
Debía tener una gran doma, pues Alejandro entraba en batalla siempre cuerpo a cuerpo y confiaba en su caballo.
Debía desplazarse y volver muy bien, debía ser muy valiente.
Alejandro tomaba las costumbres que le gustaban de los pueblos que conquistaba. Les permitía sus leyes y sus costumbres. Aprendía lo bueno de sus enemigos. Gustó de las costumbres persas. Vistió la túnica persa, blanca y púrpura, como la que había visto usar a Darío, si bien es cierto que pronto volvió a la túnica griega que le daba más libertad de movimientos. Jamás, sin embargo, consintió en usar calzones. Enjaezó sus caballos con adornos y equipamientos persas. BUCÉFALO aceptó con orgullo las lentejuelas, las quijeras de plata y los medallones.
BUCÉFALO conocía bien a Alejandro. Relinchaba cuando le oía. A Alejandro le gustaba poner la cabeza de BUCÉFALO en su regazo. Le obsequiaba con manzanas.
Alejandro sabía que era un aliado imprescindible, que su vida dependía de él.
BUCÉFALO confiaba en Alejandro, tenía confianza en su jinete.
El rey macedonio se caracterizaba por su gran sensibilidad y por su generosidad: cualidades indispensables para comprender bien a los caballos.
En el 327 a.C., Alejandro parte hacia la India con 50.000 hombres. Se enfrenta al majestuoso rey Poro a orillas del río Indo. Poro cuenta con un ejército montado en elefantes. Alejandro no enfrenta a los caballos con los elefantes, sino que ordena a su infantería que los lesionen en las patas. Poro se rinde y se alía con el rey macedonio. Alejandro prueba a montar en elefante pero no le gusta. Alega que le gusta sentir al caballo en sus piernas, no le gusta sentir el trono de los elefantes.
Muere BUCÉFALO
Es en esta época cuando muere BUCÉFALO.
Ya tenía los achaques propios de su edad, pero ahora su respiración empieza a estar comprometida.
Un esclavo, tracio tatuado de azul, cuida permanentemente al caballo.
BUCÉFALO se tumba; el presagio de la muerte segura.
Llaman a Alejandro. Éste se arrodilla ante su caballo, inclina la cabeza y se tapa la cara, tal vez para que no caigan sus húmedas lágrimas sobre el cuerpo aún caliente de su amigo BUCÉFALO.
Alejandro llama inmediatamente a su amigo Hefaistión, le necesita en su gran dolor.
Funda una ciudad con el nombre de su caballo, Bucefalia.
Alejandro llora
En el año 324 a.C. muere Hefaistión. Alejandro enloquece de dolor. Hace un gran funeral para su especial amigo y, en señal de duelo, manda rapar las crines y las colas de todos los caballos. Lo mismo que hizo Aquiles cuando mataron a Patroclo. La Iliada siempre presente.
Alejandro llora en su vida por los esclavos de Persépolis, por haberse olvidado del cumpleaños del muchacho persa Bagoas, por Hefaistión, por Aquiles, por Patroclo, por su perro Peritas y por BUCÉFALO.
Alejandro enfermo de muerte no olvida a BUCÉFALO
Un año más tarde muere Alejandro, a los 32 años, tras varios días grave y con una fiebre muy elevada ¿Quizás una pleuresía complicada?
En sus delirios repite: "¿Está bien BUCÉFALO?"
Alejandro no llega a su siguiente destino: Arabia.
¿Habría enconrtado el rey del rayo entre los caballos árabes un sustituto de su oriental BUCÉFALO?
PD..Encontrado en la red, desconociendo su autor
Saludos
Antonio Sánchez
Murcia